Robotín de Google

31 de julio de 2014

Tu cuerpo no es tuyo, tu cuerpo eres tú



Hoy quiero dar un breve apunte sobre antropología.
Va a ser tan breve y básico que hasta me da vergüenza. Pero es que el 95% de la población aún no lo tiene claro, incluso dentro de la población feminista.

Hay una dualidad mentirosa producto de antropologías platónicas y sus producciones de andar por casa (como el cristianismo): el cuerpo y el alma. Esto se aprende en primero de bachillerato pero parece que no se le da muchas más vueltas.

A veces esa dualidad da paso a otra realidad que conforma una "triple entente" demencial: espíritu, cuerpo y alma. 

Las ideologías platónicas (e incluyo las hegelianas y todo lo que de ellas se ha extraído -nada bueno...-) han tenido éxito siempre que se han asociado a un poder o a un grupo de poderosos que las han impuesto como ciertas. ¿Por qué es necesario imponer una ideología del trasmundo inventado? Porque, aun siendo una ideología antiintuitiva, sirve a numerosos intereses. ¿Quién, a través de sus sentidos, es capaz de postular la existencia de un espíritu o de un alma? Sólo un cerebro perturbado se atreve a asentar su vida sobre unos prejuicios de tal índole. Ese cerebro perturbado es el que mantiene el Vaticano en pie y, por mucho que se diga otra cosa, todo papa que pise el Vaticano, mientras que no quiera "destruirlo por dentro", no va a hacer más que postergar la eliminación total y absoluta de la religión cristiana de la faz de la tierra. Por tanto el papa, lejos de ser venerado como campechano por medios de comunicación y por ateos de esos que leen el Hola y ven Sálvame (ateos de la salsa rosa), tiene que ser expulsado del debate público.

Las confesiones privadas, como tales, tienen que ser relegadas a la esfera privada. Todos conocemos numerosos ejemplos de qué sucede cuando instauramos una teocracia.

Pero tampoco quiero criticar, con esto, la religión. La religión no me molesta. Quizá el papa y algunos de sus acólitos y servidores empeoran la salud mental, pero tampoco es que sean un veneno habitual en muchas de nuestras vidas.

Lo que sí que quiero apuntar con este post es que hay pensamientos cristianos que se han colado de lleno en el discurso, por ejemplo, feminista. ¿Y qué hace un hombre criticando el feminismo? Pues lo mismo que un marxista re-elaborando y reactualizando a Marx, puesto que un marxista tiene que ver con más gente que con el propio Marx (hay una distinción: marxianista -sobre el propio Marx-, marxista -sobre el marxismo en sentido general-). Quiero decir que también el marxismo (como el feminismo) tiene reminiscencias platónicas.

Pero si lo critico, lo hago dentro de él, y a un aspecto muy particular, que es un aspecto casi estético, puntual y panfletario. Pero ya sabéis qué opino de los panfletos y de los memes: de ellos se extraen, casi sin quererlo, refuerzos de ideologías sobre el cuerpo que no hacen ningún favor a la mujer.

Mi cuerpo es mío (sic):

La actitud de las feministas ante los que quieren impedir su derecho a abortar es, en parte, equivocada.
Más que derecho hablo de realidad, pues hablar de derecho a abortar es como hablar del derecho a ovular, toda mujer aborta fetos, aunque sea a través de mecanismos biológicos totalmente impredecibles e incontrolables, por pura sanidad y economía del organismo.

Perdemos instantáneamente el debate al traspasarlo al campo del derecho. El derecho es algo muy voluble, inexacto y tendencioso. Cuando una ley se aprueba estate seguro de que ha sido fruto de una convención y no de una respuesta directa a una realidad comprobable empíricamente. Si la mujer (o cualquier persona en inferioridad de condiciones con respecto a los varones blancos, europeos y heterosexuales) exige tener derecho a abortar está delegando en instancias estatales superiores (y de otro orden distinto) su dignidad. 

Como tampoco me gusta el palabro dignidad (marcadamente cristiano) lo voy a desechar.
El derecho tiene mucho que ver con la dignidad en algunos casos. En el caso del aborto, esta dignidad de la mujer por mantener su propia salud está tenida en cuenta por los gobiernos que legislan a favor de ella. El problema es qué entendemos por dignidad. Si la mujer es digna entonces tiene que poder decidir sobre su cuerpo. En eso estamos todos de acuerdo. 

Aquí ocurre algo que no siempre se tiene en cuenta... 
¡Ya han ganado el debate los antiabortistas! 
(Y eso que ser "antiabortista" es casi una imposibilidad práctica -pues el aborto es imparable-).
Los antiabortistas legislan sobre un cuerpo mientras que las mujeres rehacen el debate hablando sobre su cuerpo. La dignidad de "mi cuerpo" no es otra cosa que "mi dignidad". El derecho a decidir sobre mi cuerpo o sobre mi vientre es una duplicación innecesaria. Si aplicamos la navaja de Ockham entonces tenemos que deshacernos de esa concepción de propiedad.

Tu cuerpo no es tuyo, querida, ¡tu cuerpo eres tú!

Y cuando aceptamos que no somos otra cosa que nuestro cuerpo, cuando hacemos oídos sordos a esas teorías antropológicas (de las que he hablado al inicio) que dicen que somos cuerpo, alma y espíritu... entonces ya hemos comenzado a ganar el debate. Las primeras concesiones que hay que dejar de hacer a esos ideólogos del cristianismo son sobre los campos fundamentales: ontología, antropología, epistemología... Si entramos en su campo lingüístico estamos aceptando la mayor (es decir, que nosotras, como mujeres, somos propietarias de un cuerpo). El debate se pierde, entonces, en disquisiciones sobre hasta qué punto tengo yo derecho sobre mi cuerpo o es mi cuerpo agente reproductivo del estado, o derecho del padre por ser una propiedad, etcétera.

No, no hagáis concesiones. El problema de entrar en su juego es que no estaréis nunca en condiciones de igualdad.

El debate sobre el derecho a abortar, por tanto, está fuera de lugar, al igual que el derecho a comer carne o a hacerse vegetariano. Eso ya no es una cuestión de derecho, sino de elección dentro de las posibles opciones que el cuerpo ofrece.

Cuánto se adelantaría si hablásemos solo de cuerpo... si en nuestros debates no revolotease constantemente un pensamiento dualista y cristiano. Cuánto se adelantaría si, en vez de entrar a la gresca y ponerse a discutir con aquellos que se creen con la valentía suficiente como para decir a las mujeres lo que pueden o no hacer, se detuviese el debate a la primera mención de un ente indemostrable o de una mentira liberal que comenzó con Locke, a saber, que el cuerpo es propiedad de alguien...

Ya está, vale de teorías. 
¡Abortad si os sale del coño!

Un saludo.

Francisco Riveira.

En Logroño, 31 de julio de 2014.

30 de julio de 2014

Voy a autoeditar mi primer libro



Los lectores son muy agradecidos en cuanto publicas diariamente. También las musas, si es que existen, bajan más a menudo si tú haces el esfuerzo de escribir. Somos animales hechos por el hábito y así funcionamos hasta que morimos. El asunto es que llevo ya una semana escribiendo diariamente. No he dejado ni un solo día de escribir. Bueno, mejor dicho, de publicar. Ya tengo muchas cosas escritas y sin publicar que me gustaría ir soltando en pequeñas dosis en este blog. Los posts sobre Unamuno han tenido bastantes lecturas, por no hablar del post sobre cómo aprobar el first certificate.

Me fastidia un poco que algunos posts en los que no hablo de filosofía (que es lo que más me gusta) tengan más éxito del esperado. Pero, como digo, no me puedo quejar. En los últimos meses las visitas (sin contar las de ese dichoso post, cuyo éxito se explica por una oferta en adwords que aproveché) han aumentado. Cada mes, desde marzo, ha tenido mayor cantidad de visitas que el anterior. También eso se nota en los comentarios. Cuando no escribía no recibía comentarios en 4 meses mientras que ahora cada semana recibo un comentario, bien en el blog, bien por correo, o por Twitter. La manera de publicitar todo esto es siempre a través de Twitter. Suelo conseguir por ahí unas cuantas visitas de lectores fieles que, aunque no comenten, sé que me leen. Algunos incluso retwittean cuando publico (es una aplicación que lo automatiza) el tweet con el título y el enlace de un nuevo post. Eso mismo ocurrirá con este post.

Con esta dinámica me siento mucho más seguro de mi mismo. Sé que ya no voy a parar a no ser que vuelva a la rutina antigua: no escribir nada salvo en esos momentos en que el peso es demasiado duro como para no soltarlo en forma de palabras... Este blog me ha acompañado desde mi último curso de secundaria hasta este año, que va a ser mi último año de carrera (pero no el último año de estudios superiores, por supuesto). Considero que he cerrado una etapa de conocimientos generales y que, a partir de ahora, toca especializarme. Sí, la especialización, eso que tanto he criticado en tantos sitios, ese hecho que nos idiotiza y nos vuelve expertos de muy poquito e ignorantes del resto de cosas.

El otro día publiqué cómo ser culto. La verdad es que ya es muy difícil ser culto al estilo antiguo. Ya no leen ni los que se supone que tendrían que leer, o leen menos, o además de leer hacen otras cosas. Los cultos ahora ya no basan su cultura en la lectura de clásicos sino que, de pronto, los ves viendo la televisión, series, viendo el fútbol o echándose la siesta y durmiendo ocho horas como les ha recomendado su médico. Además, ¡qué demonios! Somos precarios, o clase baja. Ya solo se pueden permitir ser cultas determinadas personas que han conseguido dejar de necesitar el trabajo (o que han hecho del cultivo intelectual su trabajo). La idea era también que un trabajo a media jornada pudiese ayudar a tener mucho tiempo libre (media jornada, para mí, son 4 horas, ni una más), pero ni siquiera esos trabajos cumplen con el salario mínimo interprofesional, que regula las jornadas completas. En fin, las perspectivas son muy oscuras y tampoco sé hasta qué punto no estoy yo al final de una racha de buena suerte (aunque sé que la buena suerte no existe, sino que se crea) que se acabará en cuanto me sea imposible encontrar un trabajo sobre lo que he estudiado. Mi ventaja es que no me importa viajar, ni vivir lejos, como a muchos otros compañeros que estudian ciencias sociales y quieren trabajar a no más de cincuenta kilómetros del pueblecito en donde nacieron. No me importa viajar y sé positivamente que la gente que sabe idiomas y que puede trabajar viajando es bastante cotizada. Pero... ¿saber inglés no es ya lo básico? Ya todo el mundo mínimamente preparado sabe hablar inglés, no vale ser bilingüe, hay que ser trilingüe o cuatrilingüe... esas cosas que a veces solo se le puede exigir a chavales que han estado toda su vida en un colegio privado donde se impartían asignaturas en alemán, francés e inglés...

¿Qué hacer? Lo primero es no dormirse en los laureles, por eso quería escribir hoy este post.

Mis ideas son muy simples:

-Recopilar los mejores posts de este blog y maquetarlos para crear un libro (saldrían unas doscientas páginas -tirando a lo bajo-). Publicar este libro en Amazon y en alguna que otra tienda online más. También me gustaría publicarlo en mi propio blog.

-Eso lleva un trabajo muy importante. Aunque lo que más me preocupa, curiosamente, es la portada. ¿Quién demonios me hará una portada? La maquetación de las páginas internas no me importa tanto. Será un libro con capítulos muy cortos, de una o dos páginas cada uno. No soy el primer tío que decide publicar sus artículos. La calidad de muchos de estos artículos (o posts) que he ido publicando es más que correcta y estoy seguro de que en un futuro no me arrepentiré de ellos. Y si lo hago será un sentimiento normal, pues eso significará que he mejorado, aprendido mucho más y encontrado argumentos con los que refutar lo dicho anteriormente. Es decir, si publico este libro no estaré publicando una biblia, ni mi pensamiento momificado. Por eso mi idea es hacer una maquetación de ebook, pues me será más fácil actualizarlo, poner notas a pie de página, editarlo con aclaraciones nuevas...

-Para ello me gustaría anunciar hoy que estoy preparando una nueva página web. Sí, la web que estás leyendo ahora seguirá online, ya que hay muchos enlaces que dirigen aquí. Si puedo conseguir que todas las páginas que están aquí redireccionen a la nueva web, perfecto. Esta nueva página web tendrá un dominio .com y estaré alojado en un host propio. La nueva página web tiene una plantilla mucho más agradable que esta. Y no solo por lo agradable, sino por lo que puedo hacer con ella. Respecto al libro que publicaré, hay una extensión para Wordpress que permite hacer una mini-tienda online. Ahí publicaré mi libro, por ejemplo, para que el que quiera se lo baje.

-Mi idea con el libro no es hacerme rico, por supuesto. De hecho, no creo que le ponga precio. Lo dejaré gratis durante seis meses o un año. Quizá, si publico un ensayo grande o una novela que me haya costado bastante trabajo, sí que lo monetice. Entonces, ¿qué sentido tiene hacer un libro si ya tenemos el blog para leerlo? Pues que en un libro se lee mucho mejor, no hace falta estar conectado online, estará todo corregido (hay muchos paréntesis, comas, alguna falta de ortografía... que me gustaría revisar antes de publicar nada). Los riesgos de la autoedición son evidentes, pero como mi intención no es otra que la de tener algo publicado, creo que estará bien. Tengo profesores de sesenta y tantos años que han autoeditado sus novelas y el resultado es bastante satisfactorio (y, por cierto, alguno hizo lo que yo tengo pensado: poner gratis la novela durante los primeros días).

-La idea de publicar más en el blog tiene también que ver con mi propia publicidad. Lo mismo el podcast. El podcast, a parte de porque me encanta hablar (y el pensamiento fluye a veces mejor a través de la palabra hablada) sirve para que otro tipo de gente (a la que no le gusta tanto leer) te descubra. El podcast me ha reportado miles de visitas -y hoy en día, muerto como está, también lo sigue haciendo- y de seguidores nuevos tanto en el blog como en Twitter.

-El sentido de todo esto, además de obligarme a mí mismo a producir artículos y podcast, es el de llenar Internet de aquello que me apasiona y, en el camino, conocer gente y que me conozcan. Todo esto está explicado muy bien en el primer podcast que hice, hará 4 años: lo que quería era aprender a expresarme mejor, a ser buen conferenciante. Lo mismo a través de este blog: expresarme mejor y llegar a ser un buen escritor.

El contenido del libro tratará de todo lo escrito (lo que yo escoja) hasta finales de agosto. A finales de agosto me gustaría tenerlo publicado, además de poner en pie la nueva web. No os adelanto aún la nueva URL porque puede que surjan otras ideas en lo que queda de mes.

Espero continuar con esta racha.
Mañana más y mejor.

¡Un saludo!

Fran Riveira

En Logroño, 30 de julio de 2014.


29 de julio de 2014

Cómo irte de Erasmus. Pasos a seguir - Segunda parte



Termino lo que comencé ayer.

Una vez recibida la aceptación por parte de la Universidad de acogida ya comenzaba a hacerse todo más real. Hablamos con la chica que acababa de llegar de Estambul para que nos contase sus aventuras y nos diese consejos. De estos consejos, al ser tan especiales (por mi caso concreto) y no ser válidos para todos los estudiantes Erasmus, no voy a decir apenas nada.

Pero sí, es importante saber las zonas donde es más recomendable vivir. Ella nos dio un consejo que creo que seguiremos: no vivir en el barrio de la Universidad. El problema de vivir demasiado cerca de la Universidad (o dentro) es que uno se pierde el ambiente del resto de la ciudad, y tampoco voy a Estambul para estar en un territorio acotado, seguro y aséptico. Nos dio algunos barrios de referencia desde los que podíamos llegar en media hora tanto al centro como a la Universidad.
También nos recomendó algunas compañías de telefonía como Turkcell (que es la que ella usó).
Nos habló de la comida, tanto de lo bueno (lo delicioso y barato que era todo) como de lo malo (algunos puestos callejeros sirven marisco en mal estado).
Y un largo etcétera que ya refutaré o comprobaré dentro de un mes y pico.

Nos dijo que había que hacer una gestión en el consulado.
Cuando uno va a un país como turista es diferente. El visado lo rellenan en el mismo aeropuerto y no hay problemas (salvo que seas terrorista o lleves droga en el equipaje de mano). En el caso de los estudiantes, trabajadores, etc... que van a vivir en el país durante varias semanas, sí que hay que hacer otro tipo de gestiones. En nuestro caso había que ir al Consulado general de Turquía en España, que se encuentra en Barcelona capital.

Sacamos los billetes de autobús (bastante barato con ALSA) para ir al Consulado a mediados de este mes de julio. Previamente yo me había comunicado con uno de los funcionarios del consulado que ya me había  facilitado todos los documentos necesarios para sacarme el visado. Había otra cosa importante que me apuntó él (y que no estaba en la web) y es que una vez vas ahí con todos los papeles ellos se quedan con los papeles -obvio- y también con el pasaporte, es decir, el visado no te lo hacen al momento. Por tanto, si tenéis prisa, mal. Es mejor ir con tiempo y evitar prisas indeseadas.
Como vivíamos fuera -se lo dije al que me atendió por mail- nos dio la posibilidad de llevarles un Postal Express (de correos) que cuesta unos 7€ y cuya función es la de pagar los portes del envío de documentos o paquetería más liviana que 300 gramos. Es carísimo comparado con otros servicios pero oye, esas son las tarifas que pone Correos hoy en día... Una vez hechos los papeles, ellos pondrían el sello en una página del pasaporte y te lo enviarían a donde tú les dijeses en el sobre de Postal Express. De este modo nos hemos ahorrado un viaje más a Barcelona. La chica que fue el curso pasado a Turquía, por ejemplo, tuvo que ir varias veces porque no se enteró de esta posibilidad.

Problemón ya sacados los billetes: mi pasaporte caducaba justo un mes antes de mi vuelta a España (en junio del 2015). En Logroño no había posibilidad de renovarlo antes del día en que tenía que ir a Barcelona. ¿Solución? Renovarlo en Zaragoza, al igual que uno de mis dos compañeros (al que también se le había caducado el pasaporte). La renovación fue justo el día anterior al viaje. ¿Veis? Por este tipo de cosas es por lo que hay que hacer las gestiones con mucho tiempo de antelación. Yo tuve suerte porque, de no haber podido renovar mi pasaporte, todavía tenía un verano por delante para hacer las gestiones. Mi recordatorio (en Google Calendar) para renovar mi pasaporte era justo el día en que caducaba, así que desde ahora los recordatorios para renovar documentación importante (tipo DNI y pasaporte) me los pongo con seis o doce meses de antelación. Parece una perogrullada pero oye, hasta que no te pasa no te das cuenta...

Salvo por algunos problemas informáticos que hubo antes de llegar yo a comisaría para renovarlo, no hubo ningún problema. La pobre mujer que me atendió me dio consejos en los que el principal punto común era: ten cuidado con los moros, a mí una vez me pudieron robar en Túnez. En fin, para mear y no echar gota. Por lo demás fue muy diligente. A la media hora de llegar ya tenía mi pasaporte. También es caro, más de 20 euros.

...

Antes de marcharnos de vacaciones de verano nos dieron las famosas "Carpetas Erasmus". En ellas aparece toda la documentación necesaria para poder iniciar los trámites Erasmus propiamente dichos: Una carta de aceptación por parte de la Universidad de envío, documentos para rellenar las asignaturas a elegir, documentos para rellenar una vez en el destino (asignaturas, ampliación o disminución del tiempo de la beca, renuncia a la beca, etc). El día en que nos dieron esta carpeta tuvimos que firmar, alumnos, coordinadora y departamento de relaciones internacionales, un papelito. Cuando te dan la carpeta te viene todo bastante bien explicado. El siguiente paso después de ello era firmar el contrato de subvención, donde aparece lo que vas a percibir durante todo tu año en Erasmus. Ese día me enteré (cuando firmé el contrato) de que las becas Erasmus no eran incompatibles con las becas de movilidad españolas, así que me fui mucho más contento.

...

Prosigo con lo anterior. Ya con los pasaportes renovados fuimos al consulado de Barcelona (foto del exterior ahí arriba). Se encuentra en el Paseo de Gracia y comparte edificio con el consulado de Georgia (no la Georgia estadounidense, sino la caucásica) y demás.
Nos atendieron estupendamente, uno por uno. El personal era muy simpático y apenas había movimiento. Imagino que siempre trabajan con un goteo de estudiantes, futuros trabajadores, algunos turistas y, por supuesto, habitantes turcos en España que tengan que hacer papeleo...
Legalmente entramos en Turquía sin coger un avión. Como experiencia espiritual fue bastante interesante :)

Tras pagar unas tasas de 60€ y dar todos los documentos (además del sobre Postal Express), como dije, ya quedó la gestión hecha. El resto del día nos tocó disfrutar de las calles y playas de la capital de Cataluña.



¿Qué más queda?

Ya queda menos, por suerte, pero es bastante importante.
Queda hacer la matrícula en la Universidad de Zaragoza. Queda hacer el contrato de estudios, donde tiene que aparecer qué asignaturas elijo en Zaragoza y qué asignaturas, de todas ellas, voy a querer convalidar con las que haga en Bogaziçi. Para ello tenemos que quedar con nuestra coordinadora algunos días antes de irnos a Turquía (a principios de septiembre) y con la gestora de los alumnos internacionales de la Facultad de Filosofía y Letras. Una vez esté eso conforme ya podremos marcharnos del país con la conciencia tranquila y el trabajo -burocrático- bien hecho. Una vez lleguemos, tendrán que firmar ahí un papel donde se informa de que hemos llegado y, por supuesto, apuntarnos a las asignaturas que nos gusten (o que podamos elegir) de todas las que hay en el grado de "Felsefe" dentro del "Felsefe bölümü".
La matrícula la hacemos en septiembre porque en nuestra facultad las actas no se cierran hasta mediados de septiembre. Somos una de las pocas universidades en las que seguimos teniendo exámenes de septiembre, y por eso muchas gestiones se atrasan varios meses. Quizá en otras universidades todas estas gestiones que os cuento se puedan dejar terminadas antes de verano. Comprobadlo antes de confiaros.

Como este proceso burocrático no termina aquí, dejo esta serie de posts abierta para completarla a principios de septiembre, una vez que esté en Turquía o antes de irme de España.
Mi intención no es otra que la de ayudar a toda persona que se quiera ir de Erasmus facilitando más detalles (que a veces no aparecen en todas las webs -¡incluso blogs!-) y curiosidades que a más de uno puedan servir.

Gracias por leer.

¡Un saludo!

Fran Riveira

En Logroño, 29 de julio de 2014.


28 de julio de 2014

Cómo irte de Erasmus. Pasos a seguir - Primera parte



Hoy voy a escribir otro post de esos que tanto os gustan (y al SEO de Google también), un "how to", cómo hacer algo. En este caso cómo hacer para irse de Erasmus.

Lo primero es bastante sencillo: querer marcharse. Esta condición hay que pensarla bien, sopesar pros y contras y, sobre todo, pensar que no es oro todo lo que reluce y que un Erasmus, si no se cumplen algunas condiciones, puede ser una experiencia que no te diga nada.

Yo comencé enterándome de que había un destino de Erasmus para los estudiantes de Filosofía de mi facultad que no conocía: Estambul. En cuanto lo vi en la web me comencé a interesar por esta experiencia. Lo cierto es que había otros destinos muy interesantes pero ninguno de ellos me atraía o, peor aún, para ninguno de ellos tenía posibilidades físicas. Por ejemplo, había una plaza para irse a Berlín. Pero claro, era necesario saber alemán bastante bien y yo solo tengo un A1, poco más que saber contar, decir cómo me llamo y cuántos idiomas hablo. Pero en cuanto leí Estambul... joder, ¡Estambul! Y no tenía ni la menor idea de que tuviese compañeros y compañeras ya en ese país estudiando. Más adelante, preguntando a gente de mi clase, me enteré de quiénes estaban ahí y me puse en contacto con ellos, especialmente con una chica que estaba ahí y con la que había tenido alguna relación en primero de carrera.

Comenzamos a hablar y le di a conocer mis intenciones, ella me dijo que no me lo pensase, que ya estaba tardando en apuntarme, que se lo estaba pasando de maravilla, aprendiendo mucho inglés (porque en la Universidad se habla principalmente inglés, aunque el país sea Turquía) y conociendo a gente muy interesante.

Así que fuimos a la primera charla informativa para los futuros estudiantes Erasmus de Filosofía. Fue gente interesada (con verdadero interés) en marcharse al año siguiente, y personas que solo querían ir para fantasear con la ausencia de fronteras que siempre supone un viaje mental a otros países. Tomé buena nota de todo lo que se dijo ahí y, como siempre (lamentablemente es algo que me caracteriza) hice todas las preguntas que mi imaginación (y mi previsión casi casi femenina) pudo crear.

Desde entonces comenzó mi periplo por la red. Encontré el siguiente blog, de un chico que fue a Bogazici (la Universidad del Bósforo) hace varios años. Este chico estudiaba Ciencias Políticas, pero en su curso en Turquía había escogido muchas asignaturas de Filosofía. Aquí os dejo SU BLOG.
No me vino bien comenzar a fantasear a mediados de enero, con ocho exámenes de dos carreras a la vuelta de la esquina, pero entonces ya comencé a sentirme con nuevos proyectos vitales, a imaginarme a mí mismo viviendo en un país diferente, viviendo una vida, realmente, no un viaje de negocios, de placer, o de trabajo físico, como hasta ahora había hecho.

Resumen hasta ahora: Querer irse, ir a todas las charlas sobre Erasmus que se hagan, informarse muy bien del proceso burocrático y, si hay suerte (siempre la hay con Google), encontrar experiencias de personas que han escrito sobre ellas en blogs, foros, etcétera. Hay multitud de foros y webs en las que se abren canales de comunicación para los ex-Erasmus. También, si te descuidas, hay canales de YouTube donde, a través de vlogs, se comenta la experiencia. Yo lo probé, pero nadie había vlogeado su vida en Estambul, sí en otras ciudades más europeas. Si os apetece ver algo así os dejo el canal de Hola Julen.

Había un requisito que no he comentado (en este post): el inglés. Como las clases se daban totalmente en inglés había un requisito de B2... pero no solo eso, ¡sino que también era obligatorio para recibir las becas de Erasmus +!
Mi periplo con las becas de Erasmus + aún no ha acabado, pero no creo que acabe bien. De todas maneras son unas becas especiales que se dan a los que cumplan esos requisitos, pero Europa (por suerte, aún abren un poco el grifo) sigue dando becas OAPEE, que no dependen del propio país. Estas becas son todas compatibles con cualquier otra beca de carácter nacional (por ejemplo, la beca MEC, becas salario, beca de Andalucía, del País Vasco...) además de becas privadas tipo La Caixa, Banesto, y alguna más que se os pueda ocurrir. Cuanto más busquéis becas (sé que es un coñazo) mejor para vosotros y para los que os paguen el viaje. Sin embargo el desembolso fuerte hay que hacerlo bien al principio: vuelos, pisos, seguros privados (en mi caso, al irme a Turquía lo necesito) y un largo etcétera.
Así que a buscar becas como locos. Os podéis suscribir a bastantes páginas de Facebook o blogs, yo os recomiendo esta página de Facebook: Locos por las Becas.

El siguiente paso, en mi caso, fue sacarme el título de inglés. Esto fue lo más difícil y lo más costoso de todo lo que hice, costoso por horas, costoso por dinero (la matrícula del First Certificate vale 200€-cosas como el Trinity no valen, y tampoco las titulaciones de EOI`s-) y por la presión mental que tuve. Tuve que abandonar varios proyectos en los que estaba inmerso, dejar de grabar canciones en mi grupo de música, dejar lo que había comenzado en la UNED... para ponerme en serio con el inglés y lograr la titulación antes de que fuese demasiado tarde.

¿Siguiente paso?

Aceptación de la Universidad de envío, en este caso, de la Universidad de Zaragoza. Nos aceptaba nuestro departamento. Es un departamento pequeño en el que todos y todas nos conocemos así que tuvimos la suerte de llevar todos estos asuntos con personas cercanas, profesores, PAS... y algunos alumnos que ya estaban en los destinos o que habían estado años pasados.
Para ello teníamos que escribir una carta de Motivación: Esta carta de motivación, en este caso, era en castellano, ya que la tenía que recibir el Tribunal creado a tal efecto dentro del departamento de Filosofía para elegir qué gente se iba y qué gente no se iba. Tuvimos suerte ya que la mayoría de las plazas quedaron cubiertas y nadie se quedó sin entrar en el destino que quería, salvo un chico que, por no demostrar que tenía alguna titulación de idioma (yo tenía una titulación de inglés más baja, pero me sirvió), no pudo ir. Esos dos requisitos, en resumen: titulación de idioma y carta de motivación. Con esos ingredientes (en cada departamento imagino que será diferente -el nuestro, con el tema del idioma, eran flexibles-, pero por lo general es así) ya era suficiente.

Una vez elegidos (hubo que esperar dos meses y pico), el tribunal se encargaba de enviar las nominaciones a las Universidades de destino. En nuestro caso concreto surgió un pequeño problema, y es que estas nominaciones se enviaron días después de que terminase, en la Universidad del Bósforo, la fecha de recepción de nominaciones por parte de otras universidades. De esto nos enteramos por pura suerte (y, también, porque llevábamos mosca desde hacía algunas semanas): ¿cómo es que, ya pasado abril, no nos habían dicho nada desde Bogazici? Así que nos pusimos en contacto con Bogazici (Bósforo en español, ¿ok?, pero de aquí en adelante hablaré de esta universidad como la universidad Bogazici) nosotros mismos, con nuestro inglés semi-formal aprendido tras horas dale que te pego con el libro de inglés y las cartas formales (que son parte del temario a estudiar para aprobar el First Certificate). Contactamos con la simpática encargada del Departamento Internacional de Bogazici y nos contestó que sí, que estábamos fuera de plazo, pero que "kindly" le enviáramos lo antes posible una carta de motivación, una carta de recomendación, nuestro título de inglés, un ejemplo de las asignaturas que nos gustaría seguir una vez ahí, y alguna otra cosa más que no recuerdo. Así que nos pusimos manos a la obra. Al ser tres lo tuvimos más fácil, cualquier duda o problema que nos surgía era compartido, y las comunicaciones con la encargada en Estambul tenían una rápida contestación por su parte. Le enviamos todo lo que nos pidió en poco menos de una semana desde que nos lo dijo. Le comentamos que no tendríamos el título de inglés hasta mediados de junio pero que ya nos habíamos inscrito a la convocatoria de examen y que esperábamos poder darle el documento restante asap (as soon as possible).

Así, todo quedaba en nuestras manos. La encargada nos había dado tiempo y podíamos llegar de sobra a enviar lo que nos faltaba. Al hacer el First Certificate por la metodología Computer based (a través de ordenador) tardaron en dar los resultados varias semanasmenos de lo que hubiesen tardado a partir de un examen escrito clásico.

Sólo quedaba preparar el examen... y os dejo aquí el post donde comenté cómo me lo saqué.

En cuanto nos dieron la nota enviamos el justificante provisional de aprobado a Bogazici. Sólo quedaba esperar a su contestación...

Una mañana de junio recibo en mi móvil dos correos de Estambul. De esa forma casi no me hizo falta leer su contenido para saber que, de haber sido rechazada mi solicitud, no habría hecho falta enviarme ningún correo más que el de denegación... pero no, ¡me habían admitido! Fue uno de los días más felices de este año, el saber que me habían admitido en una universidad como la de Bogazici, donde tan difícil es entrar para los estudiantes turcos y donde tan caro es entrar para los exchange students... Al ser Erasmus, nosotros, tenemos por derecho todas las tasas gratuitas. Esta universidad no es precisamente barata...

¿Qué quedaba?

No se acabó la aventura burocrática, de hecho no había hecho más que empezar.
Mañana sigo con lo demás.

¡Un saludo!

Francisco Riveira
En Logroño, 28 de julio de 2014.


27 de julio de 2014

[Ensayo] Unamuno y el pensamiento cientificista - Última parte



“Un hombre espiritual es como la eternidad, intacto para siempre de toda exterioridad”

Ein spiritueller Mensch ist wie die Ewigkeit, für immer intakt alle Äußerlichkeit, esta es la imagen de hombre que tan bellamente cantó Angelus Silesius en sus poemas: un hombre intacto de toda exterioridad, y cuando me refiero aquí a exterioridad es intacto a todo sometimiento a las leyes científicas, a todo intento de convertirlo en un hombre máquina para mejor conocimiento de sí mismo.

En efecto, se acepta hoy en psicología que el comportamiento humano es un movimiento de realización, una práxis que se presenta como valiosa, no como neutral al sujeto que la ejerce, el sujeto que la ejerce le va todo en ella: es algo valioso, no es un proceso aséptico y mostrenco sino un proceso de alguien: un proceso vital que la persona (no el organismo) ejerce en orden a conseguir ciertos fines. Es algo que no es meramente efecto de sus causas sino algo que se ejerce en razón a conseguir ciertos efectos: Por conocimiento y no por mero condicionamiento, como así nos quieren hacer entender los cientificistas. Se ha comprobado, además, que el conocimiento reobra sobre el condicionamiento en el ser humano, que todas nuestras influencias culturales y toda actividad en nuestra vida vuelve a nosotros y no solo mentalmente sino corporalmente. Es, me atrevería a decir, el espíritu del que Unamuno habla el que tiene las riendas del cuerpo del ser humano. Dicho de otra manera, es la cultura la que atraviesa la genética, la biología y que no solo las cambia, sino que las hace valiosas, nos permite plantear un futuro bueno, que es a lo que se dedica la prospectiva: plantear un futuro, con ciencia, por supuesto, pero un futuro que en nuestros planteamientos éticos creamos como bueno.

Es este monismo cientificista algo peligroso, y no tardaremos mucho en desembocar en la última y más sanguinaria cristalización de esta idea.
El monismo cientificista no habla de separaciones entre cuerpo y alma (o mente), eso ya lo da por supuesto, su monismo es más sectario y radical: es un monismo que piensa que cualquier ciencia es capaz de darnos una idea general satisfactoria del mundo en que vivimos. Es importante el adjetivo “satisfactorio”, pues como hombres y no como máquinas, como seres con intenciones y deseos, necesitamos una respuesta que abarque todo nuestro campo de intereses, una respuesta por parte de la ciencia a cuestiones como el amor (ya se ha visto con Avito en Amor y Pedagogía) va a estar siempre sobre cuestiones cuantificables: qué cantidad de sinapsis suceden en el cerebro, cómo se aumenta de temperatura nuestra nariz, cómo se nos enrojecen las mejillas... Los misterios del enamoramiento o del deseo en sentido amplio pueden reducirse a acontecimientos materiales, sin duda, pero no se pueden entender mejor atendiendo a ellos. Que alguien esté enamorado o que, como Unamuno, no quiera de ninguna manera morir, se entiende atendiendo a su historia, a sus influencias culturales, a sus problemas de niño, etc. El intento del psicoanálisis freudiano es asistir a esos viejos recuerdos residuales en nuestras mentes (o, por seguir con el monismo, en nuestros cerebros) e intentar modificar nuestra conducta en base a nuestro conocimiento consciente de ellos. Pero es siempre un conocimiento sobre nuestra historia, el hombre no es naturaleza, sino historia, dice Gasset, y es precisamente eso lo que nos constituye: nuestra historia y lo que hacemos con ella.
Dice un premio Nobel español a mediados del siglo XX que el amor es todo física y química. Se puede criticar esa posición de mil maneras diferentes, pero me quedo con la que el filósofo riojano Gustavo Bueno le dijo en persona: si todo es química y todo se entiende con ella, ¿qué enlace hay entre estas dos palabras -y señalaba dos palabras seguidas de un periódico cualquiera-, iónico o covalente? Entonces Severo Ochoa le miraba sin entender nada y Gustavo Bueno se reía, pensando en el simplismo ontológico del gran científico.

Que dos objetos cualquiera del mundo estén unidos puede ser resultado de la naturaleza (que una montaña se encuentre a determinada altura, etcétera) pero también debemos contar con el factor humano: que hagamos un túnel dentro de esa montaña, o que lo que enlace nuestras palabras del periódico sean reglas sintácticas y no enlaces químicos.

La Montaña mágica de Thomas Mann nos presenta las dos corrientes filosóficas enfrentadas en forma de dos amigos intelectuales que se conocen en un centro de internamiento de tuberculosos. Ante la atenta mirada del protagonista (Hans Castorp) que ejerce de excelente y curioso alumno, Settembrini y Naphta discurren acerca de las más variopintas cuestiones de la sociedad, religión y política.

El protagonista va a visitar a su primo a ese sanatorio pero contrae la misma enfermedad que le obligará a pasar ahí los siguientes años (aunque en esa montaña se pierde, entre otras cosas, la noción del tiempo que se tiene en la “llanura”), toda la novela transcurre allí y estos dos personajes a los que he hecho alusión vertebran la obra y le dan sentido. Esta obra, en efecto, está escrita casi al mismo tiempo en que Unamuno elabora sus tesis (mejor dicho, reflexiones asistemáticas) sobre la realidad y la filosofía, en la novela de Mann se refleja a la perfección cómo han chocado durante los últimos siglos esas dos formas de enfrentarse cara a cara con el mundo. En la parte final de la obra, en el capítulo llamado La gran irritación, los dos intelectuales casi llegan a las manos y optan por retarse a un duelo: sus posiciones intelectuales han dejado de ser tales y ahora necesitan hacer algo que dé buena fe de lo que sus ideas han hecho por ellos, en este sentido vemos aquí al hombre homérico, al héroe que no era otra cosa que lo que hacía. Aun así, Settembrini es el homo humanus unamuniano, es el humanista, opta en el duelo por pegar un tiro al aire porque se ve incapaz de quitar la vida a su enemigo y anteriormente contertulio Naphta ( que sería un trasunto de Lukács).
Naphta, como conservador nihilista, no ve otra salida a la situación que pegarse un tiro a sí mismo.
Pero en la novela (en su final) aparece otro personaje que da la vuelta a esos dos anteriores. Como hemos dicho, estos dos personajes han llevado a lo largo de toda la obra discusiones acerca de cuestiones filosóficas y políticas, pero este nuevo personaje les descoloca por la novedad de su actuar y su nuevo planteamiento vital: es Mynheer Peeperkorn. Es el eros griego, es el trasunto del dios Baco que se ha hecho humano y ha llevado al sanatorio un nuevo aire de fiesta, abundancia, exquisitos ágapes...

Estas tres figuras que se plantean en la novela son los tres modelos de hombre europeo. Uno de ellos dispara al aire, otro se suicida y otro muere en la cama saciado y satisfecho por su vida.

El problema del fascismo tiene bastante relación con el del cientificismo y, ante ambos, Unamuno estuvo en desacuerdo (el famoso rifirrafe con Astray da buena fe de ello).
El fascista en relación a estos tres arquetipos de la novela llevaría a cabo la siguiente acción: honraría con honores a la tumba del nihilista Naphta y metería a Settembrini, por humanista, en un campo de concentración. Mas la importancia teórica del gran nihilista como la del humanista que se desvive por su sociedad presente no debe de ser puesta en comparación con la esencia del fascismo.

Como síntesis de este ensayo voy a hablar de la cuestión en la que hemos desembocado: el fascismo.

El fascismo, al igual que otras corrientes ideológicas actuales, ha usado la ciencia intencionalmente, no como un fin en sí misma sino como una justificación más de sus ideas preconcebidas sobre lo que debería de ser un estado y sus ciudadanos componentes.
El caso más llamativo que ocurrió en la última guerra mundial fue el de la craneometría. El estudio del cráneo, su volumen, las diferencias de volúmenes craneales entre los géneros o las etnias, les sirvieron como un argumento de peso más para sus políticas racistas: si conseguían demostrar matemáticamente que las mujeres o que los negros eran inferiores a ellos, ¿quién podía dudar de esos estudios?, ¿quién podría dudar de una medición de las objetivas matemáticas?

Es aquí donde la filosofía o las llamadas ciencias sociales (las decimonónicas “Ciencias del espíritu”) tienen mucho que decir: el discurso científico no siempre deja fuera de sí mismo intenciones subrepticias, el logos propio de una ciencia como la física o las ya citadas matemáticas no entiende de seres humanos ni de sus pasiones o intenciones, y para Unamuno y para muchos otros ese problema es mucho más evidente y complicado de resolver que una ecuación diferencial o un problema de física cuántica.

Unamuno encuentra en el cientificismo otro modo más de eliminar al ser humano y a su esencia religiosa, espiritual o trascendental. Sus mayores críticas a estas ideas las llevará a cabo en Amor y Pedagogía y en algunas de las páginas de El sentimiento trágico de la vida.
No va a entender cómo se puede estudiar al hombre sin conocerle, sin saber sus nombres y apellidos, sin descubrir sus inquietudes, conocer su historia, su familia, sus amarguras...

Unamuno se proyecta en toda su filosofía, se proyecta a sí mismo como hombre, sin idealismos, teorías ni mixtificaciones, y ese hombre de carne y hueso que es Unamuno, da sentido a toda su obra: el cientificismo le mata y nos mata.

“Si un filósofo no es un hombre, es todo menos un filósofo; es, sobre todo, un pedante, es decir, un remedo de hombre. El cultivo de una ciencia cualquiera, de la química, de la física, de la geometría, de la filología, puede ser, y aun esto muy restringidamente y dentro de muy estrechos límites, obra de especialización diferenciada; pero la filosofía, como la poesía, o es obra de integración, de concinación, o no es sino filosofería, erudición pseudo-filosófica”.
Unamuno, Miguel de. Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, Alianza, Madrid, 1986, pág. 32.  

26 de julio de 2014

[Ensayo] Unamuno y el pensamiento cientificista - Cuarta parte



En el Sentimiento trágico de la vida.

De una manera más sistemática aunque no por eso perdiendo la esencia de la crítica unamuniana, en El Sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos se lleva a cabo un resumen de todo lo que nuestro autor piensa sobre el mundo en sus componentes más visibles y humanos: lo racional, la filosofía, lo pasional, la fe, dios, el amor...

Todos estos problemas se engarzan en las páginas de esta obra que, si bien no se trata de una novela al estilo de San Manuel, Amor y Pedagogía o Niebla, sí que inserta en ella figuras retóricas que consiguen dar mayor potencia a su lenguaje, que le consiguen poner cara a cara con el lector.
Entre los consabidos atractivos de Unamuno se encuentra el de su cercanía al lector, Unamuno le habla directamente a él, y se desvela como humano, preocupado, sin idealizar sus problemas pero haciendo universales sus sufrimientos. Unamuno no escribe para sí mismo, escribe para el lector, y para un lector del tipo atormentado español, avasallado por las críticas que vienen desde el exterior hablando de España como un país inculto, pobre en ideas y débil por sus costumbres, escribe para esta persona que puede leer y que puede entenderle, y es entonces cuando comparte sus ideas de hombre de carne y hueso.
En las primeras páginas de la obra se detiene a dar un repaso a las corrientes filosóficas que más daño, según él, han hecho a la humanidad, no por sus conclusiones sino por su método, un método, como ya hemos comentado, que destruye al objeto de estudio (el ser humano). En esta obra Unamuno sigue haciendo su crítica a la parte espiritual entendida como religiosa en el ser humano, pero yo voy a hablar de esa parte espiritual como inseparable, así y todo, de un monismo materialista. Unamuno habla de su sentimiento ante dios (para él es un dios de amor), de qué entiende por fe (como hemos visto, una fe asentada sobre dudas, la auténtica fe y no la del carbonero) y por religión. A ese dios tampoco se llega por convicción racional, por resultado matemático, ni por vías agustinianas, a ese dios se llega queriendo que haya dios. Así lo resume, Unamuno, en estas pocas líneas que siguen:

“A este Dios cordial o vivo se llega, y se vuelve a El cuando por el Dios lógico o muerto se le ha dejado, por el camino de la fe y no de convicción racional o matemática”.

Se podría achacar a don Miguel la prosecución casi descarada de una constante falacia ad hominem pues en sus comparaciones y ejemplos de prácticas contrarias a los principios que él plantea (sobre todo en el primer capítulo) habla de personas físicas, no de estructuras, así como habla desde su carne y huesos habla de personas de carne y hueso.
Uno se sorprende al escucharle hablar de Kant, uno de los filósofos que menos destacó por, precisamente, su puesta en evidencia de alguna suerte de sentimientos y pasiones, pues habla de él como un hombre preocupado por la inmortalidad, preocupado por hablar de esa razón pura que trataba de descifrar. También, en sus menciones a Spinoza, se refiere a él no como intelectual sino precisamente como español obligado a marchar al exilio por diversas circunstancias: para Unamuno es más importante la persona y su circunstancia histórica y personal que el pensamiento que haya podido llevar a cabo. A la hora de estudiar autores, sobre todo si estos son filósofos, se suele hacer de pasada mención a los avatares de su vida, su biografía se deja en un segundo plano y es precisamente esta costumbre de que lo biográfico es algo desechable y secundario lo que hace creer a la gente que no es importante, Unamuno nos dice que estamos equivocados y que es precisamente el huevo de la vida lo que da lugar a la gallina del sistema filosófico.
Tanto es así que, de acuerdo a su crítica a las personas ateas, estas realmente no tienen motivos para despreciar a la gente creyente o religiosa sino que es meramente un odio por no poder enfocar correctamente sus propias inquietudes existenciales, que proyectan sobre la ciencia con la desgracia de que esta es incapaz de solucionarlas.

Para terminar, incluyo una cita del historiador y filósofo Wilhelm Dilthey, pues nos va a servir como nexo de unión entre esta parte del ensayo y la última, donde desembocaremos en la cuestión principal: el cientificismo.

"Y mientras nadie afirme que es capaz de inferir el complejo de pasión, creación poética y reflexión intelectual que llamamos la vida de Goethe, de la estructura de su cerebro, de las propiedades de su cuerpo, y hacerla así mejor comprensible, no se discutirá tampoco el puesto independiente de una ciencia semejante".

En efecto, la ciencia natural o la razón matemática van a tener poco que decir para comprender mejor la clave del ser humano pues este no es reducible a tales aproximaciones insuficientes y cerradas en sus propias categorías y objetos de estudio.

25 de julio de 2014

[Ensayo] Unamuno y el pensamiento cientificista - Tercera parte



En Amor y Pedagogía

Amor y pedagogía nos va a servir para abrir la crítica directa de Unamuno al cientificismo. Esta obra es la más clara alusión a este pensamiento que da a la ciencia natural licencia para inmiscuirse en los asuntos culturales, sociales, humanos... No solo es una posición teórica pues, como hemos adelantado, Unamuno no sigue un sistema claro en sus críticas a las nuevas formas de pensar de su tiempo, sino que es todo un alegato humanista, lleno de situaciones y personajes variopintos que nos ponen sobre la mesa los problemas centrales de un pensamiento de este tipo.

Comenzaremos hablando de Avito, don Avito Carrascal, el protagonista (junto a su hijo) de la novela. Es un hombre curioso, la cristalización del cientificista de finales del siglo XIX, el hombre con fe ciega en la razón y los avances científicos y tecnológicos. Su objetivo principal en la vida es tener un hijo y convertirlo en un genio: esta va a ser la línea argumental principal de la novela que nos ocupa. Para ello debe de encontrar a la mujer adecuada. En su ciudad conoce a una familia de cuya hija mayor encuentra que puede ser el cuerpo que mejores genes aporten a su hijo y va a su casa a declararse (con una carta en la que explica de mil maneras por qué es preciso que se casen y tengan descendencia, pues lo importante será la creación del hijo genial). Para él este enamoramiento es por deducción, ya que desde un montón de premisas (como su inteligencia, su belleza, etc.) llega a la conclusión de que esa va a ser la mejor madre para su hijo. Sin embargo, momentos después de la historia comienza a enamorarse de la hermana de esta mujer (Marina); no entiende por qué se enamora de ella y no de la mujer perfecta, en realidad no entiende por qué se enamora de nada, no sabe qué es el amor ni quiere entenderlo de otra manera más que como una causa necesaria para tener un genio como hijo. Por tanto, procederá ahora a un enamoramiento inductivo, comportamiento ilógico e irracional.

“Y caerás, y volverás a caer...”, repite Unamuno constantemente a lo largo de la obra. Es su llamada de atención a aquellos que todavía queden en el otro bando del racionalismo estúpido y carente de vida, es su aviso de lo peligroso que es pasar a la acción con un modus cogitandi tal.

Al paso del tiempo tienen a su hijo Apolodoro, el futuro genio de la familia que llegará a estar nombrado en los libros de historia como ejemplo de importante intelectual. Le introducen en su vivienda, perfectamente limpia, aséptica, llena de aparatos de medición de aire, viento, temperatura, humedad... llena de libros científicos, etc... pero carente de lo que un niño parece necesitar más que nada en el mundo: juegos, diversión y cariño.
Apolodoro solo encuentra consuelo, a tan temprana edad, en los abrazos que su madre le ofrece a escondidas de Avito, pues para Avito esos abrazos son una herencia irracional y una concesión a los sentimientos que un genio verdadero no debería sentir pues serían sentimientos que le podrían debilitar y confundir en su camino hacia las grandes cuestiones.

Y Unamuno sigue diciendo:

“-Caíste, caíste, y volverás a caer cien veces”

Hogaño los pedagogos (no en el sentido que Unamuno describe aquí, no en el sentido de pedagogía tóxica), cada vez más, encuentran importante la potenciación de la inteligencia emocional de los jóvenes, sometiéndoles a ejercicios alejados de la memorística que había sido pan de cada día en la enseñanza a lo largo de la historia. Para tener éxito laboral o éxito social, o, desde la posición de Unamuno, para ser simplemente un ser humano “de carne y hueso” es necesario abandonarse a esas pasiones y sentimientos que no tienen nada de racional pero que son necesarios por ser parte constituyente de nuestra naturaleza, si es que el hombre tiene alguna naturaleza.
Y así, cada vez más se anima a que los niños expresen sus emociones, las asignaturas y sus clases cada vez son más interactivas y se premia más que al que mejor memorice al que mejor se relacione con sus compañeros. A la reminiscencia empresarial y de corrientes de autoayuda (o coaching) a que esto se presta como análogo no haré referencias aquí, pero parece ser que hoy por hoy el acudir a las pasiones spinozianas o al hombre de carne y hueso de Unamuno se ha incluido dentro de los paquetes de enseñanzas de comportamiento a empresarios que no han tenido en los últimos años, por hache o por be, tiempo de pensar en sí mismos y en lo que sienten y por qué lo sienten.
La inteligencia emocional como binomio fue inventada a mediados del siglo pasado por Goleman y, por tanto Unamuno no pudo llegar a conocerla, pero venía a partir prácticamente de la misma idea, solo que cerebralizada y hecha epifenómeno e integrada en las nuevas teorías del conocimiento neopositivistas de las escuelas, sobre todo, norteamericanas.

Marina sufre ese abandono de Avito, ese abandono racional, intenta arropar a su hijo, acunarle, cantarle canciones, enseñarle a rezar... y todo eso confunde a Apolodoro, le hace ver un mundo diferente al que hasta entonces había visto, le alfabetiza en el sentido primario, pues la primera etapa de toda persona es la del juego, la de la imaginación y la de lo banal, posteriormente, si así se lo permiten las cosas, vendrá la serie de condiciones de la equivocada pedagogía de Avito.

En resumen: se está aplicando una serie de esquemas pedagógicos sobre un infante en una edad en la que es incapaz de soportarlos. Además, la idea de que todo sea sometible al estudio, a la matematización, que todo movimiento deba de ser calculado y que el niño no pueda desarrollar sus sentimientos afectivos, está muy criticada aquí.
Por supuesto que nos encontramos ante una exageración propia del papel novelístico: es preciso llamar la atención al lector sobre el problema que aquí se nos presenta. Si damos por válido que todo lo humano es reducible al conocimiento científico natural entonces no nos podremos negar a llevar a cabo toda esta serie de disparates pedagógicos que don Avito tiene por los mejores. La consecuencia del pensamiento cientifista, por tanto, y para Unamuno, no es solo teórica, no se mueve tan solo en un ámbito filosófico o de discusión sobre la teoría del conocimiento, sino que realmente tiene un efecto sobre la vida de los individuos. En Unamuno esta idea fue clave para entender su posición ante España y Europa: para él no había que pretender traer las costumbres de fuera, por muy racionales y beneficiosas que fuesen, él quería mantener el modelo típico de español, el español quijotesco, preocupado por los suyos, afable, pintoresco y ajeno a toda influencia externa. Para él era preferible la sinceridad del pueblo para consigo mismo.

Don Quijote alcanzó su inmortalidad poniéndose en ridículo, hay que saber ponerse en ridículo y no solo ante los demás sino ante nosotros mismos y más ahora[...] ahora en que unos atolondrados que no conocen nuestra propia historia dicen que no hemos tenido ni ciencia ni arte ni filosofía ni renacimiento ni nada”.

El hombre sometido a los avatares y esquemas científico-naturales no es un hombre, es el hombre máquina de La Mettrie, es un ser enajenado, abstraído de todo sentimiento, en fin... es un no-hombre. Miguel ve aquí algo de lo que se daría buena cuenta en estudios posteriores: el hombre que estudia al hombre corre riesgo de enturbiar su objeto de estudio, el hombre que se estudia a sí mismo (en el sentido de que el científico social estudia a la sociedad) lleva consigo una serie de presupuestos antropológicos que, de seguro, entorpecerán su estudio. Esos presupuestos no son tan peligrosos como la evidencia de que, ineludiblemente, el objeto de estudio cae en la desgracia de desaparecer, de morir.

Y si es el hombre lo que queremos estudiar, corremos el riesgo de matarlo en el proceso.

24 de julio de 2014

[Ensayo] Unamuno y el pensamiento cientificista - Segunda parte



Introducción a Unamuno


El problema de Unamuno cristaliza tanto en filosofía, novela, poesía... como en religión. Su amplísimo espectro de inquietudes le han convertido en una figura imposible de encasillar. Desde la filosofía se le ha nombrado con numerosos epítetos (muchos de ellos peyorativos), de hecho, su inclusión en un temario de filosofía para estudios secundarios encuentra sus mayores reticencias por este hecho: no es un filósofo al uso.
Esto se debe, entre otras cosas, a dos razones principales:
-Su ausencia de método. Unamuno no es metódico, sus obras pueden llegar a parecer elucubraciones paradójicas y poco claras que no conducen a ningún lugar. Se le ve en ocasiones como un autor deportivo, que disfruta con la crítica a todo sistema, individuo o escuela. No se acoge a ninguna escuela, no es racionalista ni materialista, se encuentra, cómo no, influido por numerosos autores decimonónicos (Nietzsche, Kierkegaard, Schopenhauer) pero es capaz de ponerlos a todos en su sitio, desde la atalaya de su aguda crítica. Pero esta atalaya, como veremos a lo largo de este ensayo, no es ninguna posición teórica hecha ex profeso para dar solución a un problema grave en lo político o moral, su atalaya teórica es ni más ni menos que la atalaya de la vida. Sin embargo, no es correcto llamar a esta atalaya teórica sino práctica. La práctica en Unamuno le impele a abandonar toda crisis racional. Unamuno al filosofar lo hace desde su dasein, desde su vida, desde su ser material, desde su existencia vivida, algo de lo que años más tarde Ortega daría buena cuenta ampliándolo y, no como nuestro pensador, sistematizándolo.
Esta ausencia de sistema hace a Unamuno un autor especial, que escapa de toda distinción, lo hemos comparado con Aristóteles, volvemos a hacer la analogía con los departamentos interdisciplinares universitarios: Unamuno es interdisciplinar. Es una disciplina en sí mismo.


-Esto no sería un problema si su intención fuese la de arreglarlo, pedir perdón y buscar un sistema en el que ser fecundo, hacer filosofía, novela, poesía... Pero el sistema es estrecho, es insuficiente, un sistema acota, cierra categorialmente las cuestiones en campos determinados matemáticamente, las cuestiones de materia y forma cobran sentido y por esta última no atienden a pareceres. En efecto, para Unamuno toda materia de la realidad es una materia vivida, y la forma es una proyección humana. Todo intento de racionalizarla, como diría Spinoza, es vano. El objeto en Unamuno adquiere su cualidad, a fortiori, en la vida del hombre, desde el hombre y nunca más allá de él.


Y no existe, para Unamuno, nada más importante que esa vida, pues la vida desembocará en la muerte. Esta, podemos decir, es “LA” cuestión de Unamuno. Quizá no la única pero sí la última, la última en la que va a desembocar toda su fructífera obra y pensamiento.


Para este ensayo he tomado las referencias más claras a la posición respecto a la ciencia de Miguel de Unamuno, por ello me excuso desde ya por no tocar suficientemente el tema de la muerte en él, pues es, qué duda cabe, el tema elemental de su vida y obra.


La nivola fue una de sus creaciones para dar sentido a su modo de ser y de novelar. Ambos eran inseparables. Unamuno huía de toda descripción sistemática y excesiva de los lugares en los que discurría la vida de sus personajes. Apenas dando dos pinceladas al lugar en que vivían y a sus viviendas invitaba al lector a acudir a lo más importante y vivo: al diálogo. Unamuno, como buen profesor de griego y conocedor de Platón, sabía que este filósofo había dejado escritos sus pensamientos de manera dramatizada a través de los diálogos. Él también hace algo parecido: no hace novela, sino nivola. Pues ya puestos a etiquetar las creaciones de alguna manera, Unamuno nos lo facilita: llamad a lo mío nivola -nos dice- si así os quedáis más tranquilos. Conocía muy bien a sus posteriores críticos, les conocía tan bien que ya se adelantaba a ellos, se lo dejaba todo triturado y listo para ser sometido a crítica, así evitaba dobles sentidos en su intención, que no era otra que la de hacer del doble sentido y de la paradoja sempiterna un modus vivendi. Así se caracterizan sus novelas, por una ausencia de lo descriptivo y la apabullante presencia de diálogos y personajes, monólogos interiores, repetición de fórmulas a lo largo de toda la obra (como veremos en la parte de este ensayo destinada a Amor y Pedagogía) que nos darán una representación bastante fiel de lo que por el cerebro de Unamuno (y, por extensión, de sus personajes) pasaba.


Hablando sobre la gnoseología en Unamuno no quiero dejar de escapar la referencia que se hace sobre ella en el libro homónimo escrito por el filósofo Julián Marías. En el cuarto capítulo se incide en la manera (pues ya hemos dicho que no puede ser “metodología) que utiliza Unamuno para conocer el mundo: la novela. La novela, como recipiente de experiencias y de reflexiones, para él, es el mejor lugar para conocer el mundo: desde Don Quijote hasta Galdós, pasando por Goethe y tantos otros... todos ellos tratan de una u otra manera la condición del hombre de su tiempo, lo que verdaderamente le preocupa. En la estela de Unamuno aparecerán otra serie de autores españoles (sobre todo la generación del 27) como Baroja, que tendrán presente la antropología problemática de esos siglos anteriores. Aparece en no pocas discusiones sobre el conocimiento el dilema de saber y condenarse o ignorar toda la realidad y encontrar la felicidad, para él no puede ser de otra manera: es preciso conocer, aunque duela, aunque haga a uno miserable y lo convierta en un ser lleno de contradicciones, hace falta afrontar la realidad, asumirla, hacerla propia, pues solo mediante ella podremos ser realmente fieles a nosotros mismos y, por lo tanto, afrontar la muerte con toda dignidad.


“[...]porque el fin de la vida es vivir y no lo es comprender”

La idea de ser humano unamuniana debe proceder desde dentro de la vida, no de una idealización conforme a lo que un autor determinado crea que debe de ser. Si yo sufro, si yo tengo miedo a la muerte y deseo, para combatirlo, querer ser inmortal, entonces es ahí cuando podré extrapolar eso al resto de los humanos. Si yo sufro, el resto sufre.


Desemboca en otro rifirrafe: fe o razón. Siguiendo con las paradojas, Unamuno no va a seleccionar ninguna de ellas así como así, por sí mismas. Escogerá la razón vivida, la razón no ideal ni desencarnada, pero tampoco la fe fementida, que no atiende a razones para creer, que ve toda crítica como una intrusión a su derecho a creer: Unamuno, sin embargo, adorará esa contradicción y verá en ella, como dice en su libro, la verdadera comprensión de la existencia: apuesta por una religiosidad vivida, concreta. Y la fe de este ser humano viviente está llena de dudas, por eso es verdadera, no es la fe del carbonero.


Por último señalaré las conexiones que tiene Unamuno con corrientes posteriores en el siglo XX, y cómo ha sido visto por algunos como antecesor de los posmodernos. Así, Unamuno cree que lo que verdaderamente mueve al ser humano es la pasión, los sentimientos, no la razón... que la razón es un instrumento eficaz para lograr según qué objetivos (y no la desdeña) pero que es insuficiente a la hora de preguntarse por lo vivido. Esta posición afirma la que Spinoza sostendría en las primeras páginas de su Tratado Político (y, en líneas generales, en su Ética):


“Y por eso he contemplado los afectos humanos, como son el amor, el odio, la ira, la envidia, la gloria, la misericordia y las demás afecciones del alma, no como vicios de la naturaleza humana[...]”

Desde una postura contemporánea podríamos afirmar que Unamuno fue de los primeros en ocuparse de lo denominado como “inteligencia emocional”, esa suerte de capacidad del ser humano por comportarse en sociedad, la carga, en fin, cultural, en parte ajena a la inevitable herencia genética y sino natural.